Ayer

Hace unos días mantuve una de esas conversaciones que tanto me gustan conmigo mismo. Después de analizar mi situación actual, la cantidad de cambios que he vivido y lo que me está costando actualizarme en estos cambios, he decidido viajar unos 15 - 20 años atrás, donde era ignorantemente feliz.

Necesitaba reubicarme después de un bloqueo creativo tan importante.


En este viaje mi mente me sitúa en una habitación pequeña, sin mesa de trabajo. Solamente un armario y dos camas (una de ellas vacía y la otra haciendo la función de mi mesa de dibujo).

Recuerdo estar todo el día dibujando, sin importarme mucho lo incómodo que me sentía tumbado en la cama de lado, dibujando. Yo solo pensaba en ponerme los cascos, la escasa música rap que empezaba a conocer y que disponía entonces y dibujar.


Parece absurdo, pero pensé que debía crear un entorno similar (con aquello que me hacía evadirme de todo para dibujar). He llevado a cabo una serie de tareas:

He recreado el entorno musical creando una lista de mis clásicos de entonces (ampliado, eso sí), he retomado el papel, el cuaderno, y algún que otro proyecto o forma de trabajar que me aleje de tanto tiquismiquismo. Por último, he tenido alguna que otra conversación que me ha transmitido a ese mini yo perdido que tenía dentro. Un ejercicio muy recomendable. Hay que conocerse a uno mismo, analizar orígenes, ideas, sentimientos… para saber qué dice tu voz artística… todo ello por intentar volver a disfrutar del dibujo.

Así ha salido esta ilustración, dos personajes dibujando (un Manu con unos 10 años, dibujando personajes de Dragón Ball y haciendo pequeños graffitis y un Manu más actual, de 36 años, ilustrando cosas más complejas “sin salirse de la línea”). Dos mundos en una persona.

Te dejo aquí la lista de reproducción por si te apetece escucharla.

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Entre viñas anda el juego